lunes, 14 de abril de 2008

DESCARTES II


La catedral de Ulm tras el Danubio.

Segismundo en su prisión.


El tema de los sueños reaparece en Descartes bajo otra luz. Del carácter revelador de aquel sueño en Ulm, que le permitió comprender el sentido del saber, Descartes pasa a una clave escéptica del sueño que lo opone dialécticamente a la realidad, siguiendo un tema que él seguro conocía: la vida es sueño.
El Discurso del método salió a la luz en 1637, en tanto que Pedro Calderón de la Barca había estrenado “La vida es sueño” en 1635, y apareció publicada al año siguiente en la Primera parte de las comedias de don Pedro Calderón de la Barca. “La vida es sueño” se entiende precisamente como un debate entre las posiciones de la reforma protestante y las de la contrarreforma católica que se sustentaban en aquel escepticismo que Descartes había tenido posibilidad de descubrir con los jesuitas en La Fléche.
En “La vida es sueño”, Segismundo –que es heredero del trono de Polonia- se encuentra encadenado en una torre en condiciones inhumanas:





¡Ay mísero de mí, y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Segismundo repasa la vida de los seres vivos y no ve en ella responsabilidad alguna, pero la vida del hombre, su vida, es una prisión:




¿Qué es la vida?


Un frenesí.


¿Qué es la vida?


Una ilusión,


una sombra, una ficción,


y el mayor bien es pequeño;


que toda la vida es sueño,


y los sueños, sueños son.





Después de habérsele reconocido su título de heredero y de descubrir el amor, la obra termina con esta observación y llamada de Segismundo:




¿Qué os admira? ¿Qué os espanta,
si fue mi maestro un sueño,
y estoy temiendo, en mis ansias,
que he de despertar y hallarme
otra vez en mi cerrada
prisión? Y cuando no sea,
el soñarlo sólo basta;
pues así llegué a saber
que toda la dicha humana,
en fin, pasa como sueño,
y quiero hoy aprovecharla
el tiempo que me durare,
pidiendo de nuestras faltas
perdón, pues de pechos nobles
es tan propio el perdonarlas.



Descartes incorpora estas reflexiones a su búsqueda de un inicio indudable para desplegar las potencialidades de su método, porque ni la más extravagante de las dudas tiene que poder hacer mella en ese punto de partida. Descartes ha llevado la duda a las situaciones más extremas, no para mostrar el resultado absurdo de la duda, sino para buscar una situación que escape a ella.